viernes, 23 de septiembre de 2011

GRANXA MARUXA - REBELIÓN EN LA GRANJA -

No espereis encontraros con una granja tradicional, ni mucho menos con una granjera que sigue las órdenes de un marido-farmer con tridente en mano. Tampoco se trata del típico lugar de campo donde los animales son sólo vehículos para la alimentación de los seres humanos. En Granxa Maruxa, un auténtico proyecto ecologista, puede encontrarse vacas holandesas que aprenden las costumbres gallegas y que escuchan a Mozart, exposiciones de fotografía y exquisita decoración de los ambientes.

Granxa Maruxa está gestionada por Marta Álvarez Quintero, una joven emprendedora viguesa afincada en Lugo, donde estudiaba empresariales, y que comenzó su tarea sin tener idea de la vida rural. Cuando hablamos de Marta, hablamos de una trabajadora del campo diferente y original que hace, en base a esfuerzo y dedicación, de la relación con su entorno un vínculo armónico de ida y vuelta.

Marta Álvarez Quintero sostiene que en Granxa Maruxa, transformado en su gran proyecto, la vida laboral se disfruta de muchas y variadas formas al mismo tiempo que se mantiene un trato gentil y responsable con el medio ambiente y con todas las especies que lo pueblan. De alguna manera, esta concepción revoluciona muchos de los cánones establecidos en el entorno rural.

El 15 de octubre se celebró el Día Mundial de la Mujer Rural y en Foeminas queremos ofreceros una muestra de esta experiencia que ya es todo un éxito. A continuación reproducimos la entrevista que Foeminas hizo a esta granjera tan especial.




“Tengo una vaca lechera, no es una vaca cualquiera”

¿Cómo comenzaste a trabajar en el proyecto de tu granja?

Pues mira, yo estaba acabando de estudiar empresariales en Lugo y me cogió el plan nuevo, así que me quedaban un par de asignaturas para terminar y decidí venirme a una casa que tienen mis padres cerca de la granja para no pagar piso en Lugo y acabar la carrera.
La granja estaba alquilada y hecha unos zorros, cada vez que pasaba delante de ella me daba pena ver el abandono en el que estaba. Por otro lado, vivir en la Ulloa, me enganchó completamente, su paisaje, sus gentes.
Un día aparecieron las vacas cerca de mi casa y las llevé yo sola hasta la granja, aproximadamente 2 kilómetros.
Cuando llegué a la granja, llamé a mi hermano el mayor y le dije que si era capaz de hacer eso, también iba a ser capaz de llevar la granja. El caso es que llamó a mi padre y mi padre me llamó al momento y me dijo: “neniña, adelante”.
Y en cuanto acabó el contrato, empecé yo.
En una semana, tuve que aprender el nombre de las vacas, a ordeñar, a encender los tractores, a saber lo que comía cada vaca y un sinfín de cosas que te puedes imaginar.

¿En sólo una semana?

Sí, en una semana porque después los caseros se iban. Me aprendí los corrales de todas las vacas de memoria porque no las distinguía.
Nadie quería venir a trabajar conmigo porque pensaban que iba a dejar la granja a la segunda semana.
Después encontré a un señor de nombre Daniel que dos días antes de hacerme cargo por completo de la granja me dijo que me ayudaría unos días, creo que le di pena.
Entonces, empecé en el 2000, el año que llovió sin parar, me acordaba todos los días de Macondo, porque me encanta Gabriel García Márquez.
Y ya te puedes imaginar lo difícil que me resultó todo.

Y de esa manera comenzaste una relación personalizada con las vacas...

Los primeros partos fueron muy cachondos porque no tenía ni idea de eso.
En el calendario de reproducción me ponía que tal vaca salía de cuentas por ejemplo el 7 de septiembre y ya me ves a mí todas las noches con la vaca contándole mi vida, llorando y demás hasta que paría, que podía tardar en parir 2 semanas.
Yo creo que alguna parió antes de tiempo por no aguantar mis charlas.
En aquel momento no tenía ni idea, ahora soy muy buena en partos.
Sé el día que va a parir y estamos las dos solas hasta que asoma la cabeza y entonces me ayuda Carlos, el chico que trabaja conmigo para llevar a la cría a su sitio. El parto es algo muy importante y creo que soy buena, por el hecho de ser mujer.
Las vacas paren siempre fuera, sólo compruebo que la cría venga bien colocada y dejo que dilaten, sin prisas, claro está que es importante que el ambiente sea relajado. Por eso estamos las dos solas y bueno las acompañan a veces las otras vacas que son muy cotillas.

Sé que además de ayudarlas a nacer les das un trato muy especial. Les pones música, decoras su lugar, su espacio. ¿Cómo se te ha ocurrido todo esto?

Sí, en el establo tengo un equipo de música buenísimo, que no lo tengo yo en casa. Y ellas están las 24 horas del día con música. Les encanta Mozart, se saben la discografía completa. Pero también les pongo de vez en cuando a Fangoria porque me encanta.

La idea de la decoración fue surgiendo poco a poco desciendo de una familia de fotógrafos y el mundo de la imagen lo he mamado desde pequeña. Siempre he vivido en casas muy bonitas y la granja no iba a ser menos.
Entonces como tengo que estar siempre aquí, se me fueron ocurriendo cosas para embellecer el horrible bloque.


Foto: Mary Quintero

Yo creo que estás revolucionando la forma tradicional de tratar a los animales, te relacionas con ellos como si fueran sujetos con necesidades humanas como la música, el arte, etc.

Es que las vacas son como mis hijas. Estas todos los días con ellas, te enfadas, te ríes, te emocionas y lloras.
Una vez se me murió una ternera mientras le estaba haciendo el boca a boca, fue horrible.

Me imagino que debes sufrir mucho en el caso de la muerte o la enfermedad de alguna de ellas.

Sabes una cosa: sufro un montón.
Lo peor que me ha pasado, es que tuve un vacío sanitario a los dos años de empezar y tuve que sacrificar a todas las vacas.
Mira cuando se tuvieron que llevar a todas mis niñas al matadero, me pasó algo increíble, vinieron mis padres para ayudarme en ese momento tan amargo y me dijeron que me quedara en casa. El caso es que al cabo de un rato viene mi padre y me dice que no son capaces de meter a las vacas en el camión. Pues bien, yo salí y empezaron a meterse en el camión ellas solas y en fila y a mirarme nunca me olvidaré de aquellas miradas.

Supongo que alguna de ellas hasta la ayudaste a nacer...

Sí. Al día siguiente, imagínate la depresión que tenía. Levanto la persiana y me encuentro pastando una vaca de un vecino que se le había escapado y me dio una alegría enorme.
Después volví a empezar comprando 16 vacas holandesas que claro, no entendían mi idioma.

¿Entonces las vacas tuvieron que aprender galego?

Sí, te lo juro. Fue cachondísimo, sólo sabía dos palabras en holandés. Tuve que cambiarles el nombre a todas, porque cualquiera pronuncia el holandés. En dos mese ya me entendían perfectamente, eso sí: mugen diferente. Sus hijas que ya son gallegas, pues mugen a lo gallego.

¿En serio? ¿Las vacas adquieren conductas culturales?

La verdad es que si de hecho hay estudios que lo demuestran. La gente se reía cuando se lo contaba, pero te juro que es totalmente verdad.
En Holanda deben de ser más ordenados que aquí porque sus hijas, las gallegas, ya nacieron como más bravas.

Puede ser, seguro que tus vacas holandesas incluso monten en bicicleta...

Ja, ja.

Bromas aparte estoy convencida de que tus vacas no son vacas comunes. Por qué piensas que te convertiste en un referente importante de la mujer rural, te han hecho varios reportajes y entrevistas sobre tu granja.
No tengo ni idea. Pero me gustaría que esto sirviera para que se incorporara gente joven al campo.

¿Tienes alguna ayuda económica del gobierno?

Sí. Me acogí a las subvenciones de incorporación de jóvenes agricultores y a los planes de mejora.

¿O también te sostienes con la venta de tu producto?

Me queda poco para hacerlo. Pero date cuenta que mis comienzos fueron fatales, el vacío sanitario fue un palo económico tremendo.
Ahora estoy además diversificándome: planto habas y grelos. Entonces con esta diversificación no dependes tanto de un producto solo.
Y el verano que viene tendré visitas porque me han incluido en un proyecto de la Unión Europea que se llama Cantata.


Foto: Mary Quintero

¿A qué hora te levantas por la mañana? Porque tenía entendido que comenzabas a las 9 de la mañana.

Sí, bueno me levanto antes pero empiezo a ordeñar a las 9 de la mañana porque en invierno hace mucho frío y se congelan las tuberías. Además me gusta salir, pero aunque me acueste tarde, a las 9 estoy como un reloj. Lo importante es que tienes que respetar siempre los mismos horarios.

¿O sea que se puede ser granjera y vivir la vida de cualquier mujer?

Claaaaaaaaaaaaaaaaaaroooooo. Eso es lo importante.
Además como tengo la granja muy bonita viene mucha gente a verme.

Imagino que tus amigos y amigas querrán ir a visitarte para conocer a “las famosas vacas melómanas”.
Volviendo a la pregunta: entonces tienes responsabilidades y mucho trabajo, ¿pero la vida en el campo es para ti placentera y recomendable, verdad?

Totalmente.

Eres una mujer básicamente de ciudad por lo que cuentas nunca habías vivido en el campo, ni sabía nada de él.

Exacto, en mi vida había estado con una vaca y ahora no puedo vivir sin ellas y creo que ellas tampoco sin mí.

Es casi un bolero, pero con final feliz.

Casi, casi, pero es verdad, estoy feliz.

Te gustaría agregar algo más a esta entrevista.

Sí, quisiera agregar que me gustaría que hubiera más granjeros y granjeras que estuvieran tan orgullosos de serlo como yo.
Además quería comentaros que tengo una exposición de fotografía en la antigua granja.

¿También tienes una exposición de fotografía en la granja?

Sí, mi madre es fotógrafa se llama Mary Quintero e hizo unas fotos muy buenas de la Cow Parade de Vigo. Mi madre fue una pionera de la fotografía de estudio, ahora está jubilada, su primera exposición la hizo a los 15 años en el Círculo de las Artes de Lugo. Esta exposición se llama Vacas urbanas y son 23 fotografías y pienso agregar más. El caso es que se inauguró antes la exposición en mi granja que en la Casa das Palabras en Vigo, que aún está. El 15 y 16 de noviembre hay un Congreso de Veterinaria en Lugo y me han pedido las fotos para exponerlas a la entrada.
En la antigua granja pinté cada pared de un color, violeta, amarillo, rojo… y en cada claro puse las fotos con focos, quedó de genial.


Foto: Roberto Aguete


Micaela Fernández Darriba



Información de interés:

Dirección de Granxa Maruxa
Cumbraos Nº 1, Monterroso
Contacto: granjamaruxa@hotmail.com

Verbum Casa das Palabras Exposición de Mary Quintero
http://www.verbum.vigo.org/exposicionTemporal01.php?id=32

Proyecto Cantata
http://www.cantata.eu.com/index_spain.html